Ser de ningún lado: la crisis que se plantea en la sociedad respecto a cómo las Personas Mayores pierden el sentido de pertenencia
Estephano Garrido Ortiz, psicólogo (garridoestephano@gmail.com).
Hace miles de años atrás, Aristóteles, un antiguo filósofo griego, discípulo de Platón, comentó algo que hasta el día de hoy sería la base de los estudios de comportamiento de los seres humanos en la sociedad. Aristóteles, luego del intento constante de comprender el funcionamiento en comunidad de la antigua Atenas, es que dijo “El ser humano es un animal social por naturaleza”.
Esta afirmación ha traído reminiscencias para los tiempos actuales, y es hoy, al igual que siempre, que esta definición toma fuerza a la hora de evaluar las consecuencias que ocurren en las veredas contrarias para los seres humanos; el aislamiento, la desadaptación social, el antisocialismo y también, lo que nos convoca, el sentido de pertenencia.
Cuando desmembramos el concepto, nos encontramos con una definición un tanto lógica, algo vaga: el sentido de pertenencia es un sentimiento de identidad respecto a espacios, personas, lugares o culturas en lo que se logra interactuar de manera efectiva con objetivos en común, con intereses parecidos y con una excelente química.
Esta definición es probablemente la más clara para poder definirlo, pero la pregunta se comienza a poner complicada según pasan los años.
En el vocabulario que usan las Personas Mayores, encontramos una frase que dice “en mis tiempos”, “en mi época”, como si los tiempo y épocas que viven ahora no fueran también suyas, como si estos espacios temporales le pertenecieran a una generación puntal, pero lo consciente es darse cuenta que esto no es así. Todas son sus épocas, todos son sus tiempos.
Acá, podemos ver como el sentido de pertenencia social se ha visto tergiversado por diferentes aristas culturales que colaboran en la pérdida del mismo. La anteriormente nombrada (en otras ediciones de esta revista) “cultura anti senil”, ha hecho que el desmantelamiento cultural que sufren las Personas Mayores sea modificado, y casi percibido como un atentado, lo que daña completamente el sentido de pertenencia.
Nunca hemos sido un país totalmente unido, solo por causas puntuales. Pero la realidad actual amerita amontonar demandas que busquen reconstruir el sentido de pertenencia en las Personas Mayores. Esta pérdida está originada, por un lado, por la visión radicalista que maneja la sociedad respecto a envejecer.
Se cree popularmente que la vejez, la senectud, la condición senil, es una etapa donde los desgastes naturales de la mente y el cuerpo, acarrean sufrimiento en quien lo vive. Generalmente se acompaña de variadas enfermedades, condiciones de aislamiento, precariedad e incluso, maltrato. Y si bien es cierto, esta etapa no se encuentra exenta de estos escenarios (que a cualquiera le pueden ocurrir), es la misma la que funciona como un prejuicio generalizado, lo que lleva a los más jóvenes a oponerse a envejecer, a no querer ser parte de una realidad que tarde o temprano, nos invadirá.
Con generaciones mirando menos a las Personas Mayores, y con el prejuicio social, se suman más puntos a la pérdida del sentido de pertenencia. Junto con esto, la crisis social del sistema capitalista, en todo el ancho de su literalidad, ha hecho que los desbarajustes económicos en el diario vivir de las Personas Mayores en Chile sea motivo suficiente para estar enojado con un estado entero.
No podemos culpar directamente a los presidentes, pues, la implementación del sistema ha sido concretada décadas antes, cuando todo comenzó a capitalizarse. Esto ocurrió en nuestras narices, mientras esto se olía, la vista se fascinaba con la cantidad enorme de posibilidades de mejora en nuestra calidad de vida.
Pero hoy, cuando el sistema colapsa, y ya tiene capitalizada la vida de las personas, es que se genera la crisis que tenemos hoy, donde las pensiones son bajas, los servicios públicos defectuosos, las atenciones de salud malogradas en diversos sentidos, el costo de la vida en general caro, y la acción social (política, municipios y entidades estatales) se ve coartada por la burocracia, es que las Personas Mayores pierden el sentido de pertenencia con el país.
Ahora, nos preguntamos ¿cómo puede una persona mayor recuperar el sentido de pertenencia?, es acá donde abordamos lo que se dijo en un principio; “el ser humano como un animal social”. Los efectos contrarios del aislamiento han sido estudiados y concluidos en muchas ocasiones, entre sus principales afecciones nos encontramos con: deterioro cognitivo, cuadros ansiosos y/o estresores, depresiones, ideación suicida, trastornos relacionados a los hábitos, así como sintomatología vinculada al desgaste de la autoestima.
Para evitar estos procesos de deterioro, que se ven potenciados por la etapa de la senectud, es que se debe comenzar un proceso de pensamiento e introspección casi filosófica de cómo reiniciar una relación nueva conmigo mismo, donde descubra, entienda y aplique las cosas que a mí me gustan y cómo haré para sentirme parte de ella nuevamente.
El sentido de pertenencia es un aspecto de vida que debe desarrollarse por sí solo y de manera natural a medida que nuestra relación con pares y demases, avanza. Sus pilares están centrados en la educación variada; cívica, intelectual, cultural y moral.
Es por ello que el primer paso a la recuperación de este sentido, es la búsqueda de nuestros propios intereses en los que nos sentimos plenos y con motivos para ejercerlos. Posteriormente a ello es que tenemos que encontrar un grupo, una manda, una congregación, algún piño que nos acoja y podamos comenzar desde ahí una correlación que nos permita poder ir poco a poco recuperando el sentido de pertenencia.
Tenemos así, que hacernos parte de una acción social. Comentamos anteriormente que nos encontramos en una crisis sistemática, y por consiguiente de eso, que la educación, como en todas las áreas de la humanidad, necesita ser un motor para poder contrarrestar el mal que afecta a las Personas Mayores respecto a la pérdida del sentido de pertenencia con la sociedad. Es por ello que fomentar el cruce de experiencias, de información y de realidad entre aristas demográficas diferentes, es decir, una convivencia intergeneracional, serviría, de gran forma, a poder contrarrestar los factores negativos que la cultura plantea respecto al sentimiento de pertenencia de las Personas Mayores.
¿Cómo conseguimos estos? Con difusión y acción social. Hay que participar de diferentes actividades que inviten a la correlación con pares de la misma edad; centros diurnos, centros de larga estadía, juntas de vecinos, iglesias y/o parroquias, talleres municipales, deportivos, clubes o uniones comunales. Todo punto de encuentro de Personas Mayores, es un espacio que busca retribuir el sentido de pertenencia de todos. De alguna manera estos espacios siempre van a existir, porque nadie puede detener el paso del tiempo.
Por otro lado, el sentido de pertenencia, dentro de un núcleo íntimo, como una familia, es derechamente una de las primeras necesidades sociales que deben ser saciadas para cualquier integrante de la misma. Las Personas Mayores, desafortunadamente, no cuentan una historia íntegra dentro de la estadística chilena. El abandono, el desapego con algunos parientes, el maltrato, la violación de algunos derechos humanos de Personas Mayores, son algunos de los ejemplos que se pueden ver en la convivencia cotidiana de las familias en Chile.
Maslow subraya que el mundo afectivo es una primera necesidad, y es por ello que también la intervención dentro de la sociedad familiar sea efectuada en pos de mejorar la convivencia, potenciar la importancia de las Personas Mayores dentro de los roles familiares así como también, dar espacio a la responsabilidad con nuestros parientes más longevos.
Todos estos factores de desapego al sentido de pertenencia pueden comenzar a subsanarse a medida que el Estado comience a legislar y ejercer de manera paulatina, políticas públicas efectivas para las primeras necesidades de las Personas Mayores. Que junto con esto, se trabaje también en potenciar los espacios de convivencia de los mismos, y dar con ello un verdadero sentido de integración social. Por otro lado, la formación social de los profesionales de servicio público, debe abocarse al bienestar de la persona mayor, de manera tan preferencial como lo tienen los servicios que se evocan al área infantil y/o al área de género.
Por último, SENAMA debe mantener un rol activo respecto a la programación nacional de inclusión, mantención y activación psicoemocional, social y biológica con las Personas Mayores. Las instancias están, pero falta organización y voluntad.
Perder el sentido de pertenencia puede ser severo. Nos puede hacer creer que no pertenecemos a ningún lugar y por ende, el sentido de la vida se verá afectado psicológica, social y filosóficamente. La vida puede llegar a cobrar un valor desnudo, y junto con ello, los pensamientos no actuarían con total claridad, lo que inevitablemente conlleva a una constante pérdida de sentido de pertenencia.
El asunto es que, si no hacemos nada por nosotros, por nuestros pares, ni por las futuras generaciones, en recuperar el sentido de pertenencia, llegará un momento donde no tendremos apego a los valores fundamentales que rigen la vida, no tendremos ninguna especie de lazo con las emociones humanas y, por sobre todo, no nos querremos ni a nosotros mismos, y eso, sin duda, sería el fin.